Si se estropea un electrodoméstico en un piso de alquiler, ¿quién lo paga?

Zaida Campillo
Zaida Campillo

Cuando un aparato se estropea en una vivienda alquilada, surge la duda sobre quién debe pagar la reparación. Tanto el dueño como el arrendatario tienen obligaciones distintas según el origen del fallo, el tipo de arreglo y lo acordado en el contrato, por lo que es importante conocer la normativa vigente.

Los expertos en alquiler garantizado de https://alquilergarantizadovalencia.com/ nos informan que el punto de partida siempre debe ser el contrato de arrendamiento, ya que en él se determinan las condiciones del uso del inmueble y de sus elementos. Si el contrato especifica quién se encarga del mantenimiento y de las averías de los electrodomésticos, esa será la base que determine la obligación de cada parte. Sin embargo, en muchos casos el contrato no detalla con precisión estas cuestiones, por lo que se aplica lo que establece la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU).

¿Qué dice la ley?

La normativa sobre arrendamientos urbanos establece que el propietario debe garantizar que la vivienda esté en buen estado y sea habitable, lo que incluye que los electrodomésticos incorporados funcionen correctamente. Si alguno se daña por desgaste o por un defecto técnico que no dependa del inquilino, corresponde al propietario reparar o sustituir el aparato.

El inquilino tiene el deber de cuidar el inmueble y todos sus elementos, utilizándolos de manera adecuada. Si el desperfecto ocurre por un mal uso, un descuido o una manipulación inadecuada, el gasto de la reparación recaerá sobre él. En resumen, cuando la avería se origina por una acción incorrecta del inquilino o por falta de mantenimiento, deberá asumir los costes.

Un caso común es el de una lavadora que deja de funcionar por el paso de los años o por deterioro del motor; en ese supuesto, el propietario debe hacerse cargo. En cambio, si la avería surge porque se sobrecargó el tambor o no se limpió el filtro, el responsable será el inquilino.

¿Cuándo debería pagar el propietario?

El dueño de la vivienda tiene la obligación de hacerse cargo de las reparaciones o reemplazos de los electrodomésticos cuando el daño no haya sido causado por un mal uso del inquilino. Esto incluye las averías provocadas por el desgaste con el paso del tiempo, por defectos de fabricación o por un funcionamiento prolongado que agote la vida útil del aparato. Por ejemplo, si una lavadora deja de funcionar por antigüedad, el arrendatario no tiene que pagar la reparación.

Cuando los electrodomésticos aparecen en el inventario que figura en el contrato de arrendamiento, se consideran parte del mobiliario que acompaña a la vivienda. En ese caso, el propietario debe asegurar que se mantengan en condiciones adecuadas durante toda la estancia del inquilino.

Un caso muy habitual es el del frigorífico. Si el motor se estropea después de años de uso normal y sin negligencia por parte del inquilino, el dueño debe asumir los costes de su arreglo o sustituirlo por uno nuevo. Lo mismo sucede con otros aparatos esenciales, como el horno o el calentador, siempre que los daños no sean resultado de una manipulación incorrecta. En resumen, los electrodomésticos incluidos en el contrato son responsabilidad del propietario mientras duren las condiciones del alquiler.

¿Cuándo debería pagar el inquilino?

El inquilino tiene la obligación de hacerse cargo de los daños causados por un uso incorrecto o por falta de cuidado del inmueble o sus electrodomésticos. Si un aparato se estropea porque lo manipuló sin conocimientos, lo forzó en exceso o no siguió las indicaciones del fabricante, será su responsabilidad cubrir los gastos de reparación.

También recae en él la culpa si el desperfecto surge por falta de limpieza o mantenimiento. Por ejemplo, cuando el filtro de la lavadora se tapa por no limpiarlo con frecuencia o el horno se estropea por acumular grasa.

La normativa establece que debe actuar con sensatez y mantener los bienes en buen estado. Si se demuestra negligencia o descuido, los costes no corresponden al propietario. Un caso habitual ocurre con el lavavajillas que falla por usar productos inapropiados o por restos de comida, siendo el arrendatario quien debe pagar la reparación.

¿Qué pasa si no se puede reparar el electrodoméstico?

Cuando el arreglo de un electrodoméstico resulta más caro que comprar uno nuevo, lo más práctico es sustituirlo. Si ese aparato pertenece al equipamiento de la vivienda, el propietario es quien debe asumir la compra de otro, ya que el inquilino no está obligado a reemplazar algo que no es suyo. En cambio, si el arrendatario ha incorporado un electrodoméstico propio, será su responsabilidad repararlo o cambiarlo según lo considere necesario.

Para evitar malentendidos en estos casos, es recomendable crear un inventario al inicio del contrato de alquiler. Este documento debe incluir una lista con todos los electrodomésticos presentes, detallando su marca, modelo y estado. De esta manera, resulta sencillo determinar a quién pertenece cada aparato y resolver cualquier conflicto en caso de avería o sustitución.

¿Cómo se debe actuar?

Cuando un electrodoméstico se estropea, lo primero es avisar al propietario por escrito, indicando el aparato, los fallos y si se intentó identificar la causa. Después, hay que determinar si la avería se debe al desgaste o a un mal uso. Lo recomendable es solicitar un informe técnico, que sirve como prueba en caso de desacuerdo. Si la reparación es urgente, como un frigorífico sin frío o una caldera que no calienta, el dueño debe actuar rápido; si no, el inquilino puede cubrir el coste y conservar el justificante.

El contrato de alquiler debe ser completo

El contrato sirve como un instrumento clave para prevenir disputas relacionadas con los electrodomésticos. En él se pueden detallar aspectos como quién debe hacerse cargo de las reparaciones, bajo qué condiciones y los pasos a seguir. Mientras más preciso sea el acuerdo, menor será la posibilidad de interpretaciones incorrectas o conflictos posteriores.

Algunos acuerdos estipulan que el propietario solo se responsabiliza de los electrodomésticos si su costo supera cierta cantidad o si la falla no es producto de un uso inapropiado. Otros contratos establecen un límite anual de mantenimiento que recae en el inquilino. Estas alternativas permiten distribuir las obligaciones de manera justa y adaptada a cada situación.

También es importante indicar qué sucede si se requiere un reemplazo. El propietario puede comprometerse a sustituir los electrodomésticos antiguos por otros con características similares, asegurando la comodidad del hogar. A su vez, el inquilino tendría la obligación de cuidar el nuevo aparato con el mismo esmero que el anterior, garantizando así un uso responsable y prolongando la vida útil de los equipos.